Abono: A menudo, requiere la ayuda de abonos ricos en potasio para que sus flores sean lo más hermosas posible, y nitrógeno, para que adquiera vigor cuando se está desarrollando.
Riego: Aunque no debemos pasarnos de agua ni encharcar el suelo, tendremos que mantener el terreno húmedo. Se regará menos en época de desarrollo. Lo mejor es utilizar agua de lluvia sin cal, que suele tener en gran cantidad la del grifo. La clorosis, o el amarilleo de las hojas, se suele deber a carencias de hierro en el agua.
Luz: No requiere mucha luz, y prefiere que ésta no incida directamente sobre ella, por eso lo mejor es cultivarla en semisombra. Puede ser conveniente que tome algo de sol de las horas en las que la luz no es muy intensa.
Temperatura: Los climas templados y cálidos son los ideales para la gardenia: entre 15º C y 30º C. Las temperaturas frescas de las noches de finales de septiembre servirán para favorecer la aparición de flores durante el invierno.
Poda: Cuando finaliza la floración, estamos ante la mejor época para podar si tenemos ya un arbusto consistente. Debemos retirar las flores que se han marchitado, para que la planta siga teniendo buenas floraciones en las siguientes temporadas.
Sustrato: El mejor suelo para cultivar gardenias es aquel que está bien drenado y es ácido, con un pH de entre 5 y 6,5.
Multiplicación: La propagación de la gardenia se puede realizar por esquejes y a través de cultivo in-vitro. En primavera se puede multiplicar mediante esquejes.
Floración: Las flores aparecen entre mayo y octubre.
Temporada: Las temporadas más adecuadas para su cultivo son la primavera y el otoño.
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