El cultivo del
penjing (bonsái chino) fue valorado y difundido por los monjes budistas,
fuertemente influenciados por la cultura taoísta. El penjing no se puede
encuadrar en un plano estético, como hoy lo vemos lo vemos, sino que se trata,
sobre todo, de la expresión de un concepto, y se basa en unos principios
filosófico-religiosos. Hacia el año 1200, la técnica llegó a Japón y fue
influenciada por el arte de ikebana.
Las primeras formas
de los bonsáis japoneses retomaron las del penjing, pero se fueron distanciando
poco a poco. El valor conceptual, a menudo abstracto en el penjing, adquiere
importancia y el bonsai se hace cada ves más comprensible, incluso para el
mundo occidental y se acerca cada vez más a la idealización del autentico
árbol.
La introducción del
bonsái en los países occidentales es muy reciente. Sólo dentro del s. XX ha
llegado a adquirir el bonsái un verdadero interés en Europa, América y
Australia, y esto ha ocurrido muy lentamente, aunque el entusiasmo por el
bonsái va en aumento. Se cree, en general, que el interés por el bonsái en
occidente data de una exposición pública que tuvo lugar en Londres, en 1909.
La tradición
occidental del bonsái toma sus bases del arte japonés, como lo prueba el
vocabulario del bonsái, clasificación de los estilos para el modelado de los
árboles y, en términos puramente prácticos, el origen de las herramientas
especializadas y los recipientes usados la mayoría de los cuales se exportan
del Japón.
Fuente: El gran libro del bonsái- Giovanni Genotti
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