Suena increíble, pero las plantas pueden reconocer a sus
"parientes" por la forma de su cuerpo y actúan en consecuencia.
Mediante diferentes experimentos con Arabidopsis thaliana, muy usada como
modelo en estudios de fisiología vegetal, dos científicos observaron que
"si tenían características genéticas similares, cada planta direccionaba
el crecimiento de sus hojas hacia fuera de la hilera, minimizando la interferencia
con sus vecinas", afirma el doctor Jorge Casal, investigador del CONICET y
jefe del laboratorio de Fisiología Molecular de Plantas del Instituto Leloir.
En cambio, si se mezclaban perfiles genéticos diferentes dentro de la misma
hilera, en lugar de cooperar entre ellas las plantas competían por la luz.
El doctor Jorge Casal, investigador del CONICET y jefe del
laboratorio de Fisiología Molecular de Plantas del Instituto Leloir. Foto:
Gentileza Jorge Casal
"Es un resultado muy sorprendente", dice Casal,
quien también integra el Instituto de Investigaciones Fisiológicas y Ecológicas
Vinculadas a la Agricultura (IFEVA) de la Facultad de Agronomía de la UBA.
Los resultados del estudio, recién publicado en la versión
online de la destacada revista científica "New Phytologist" podrían
tener impactos en la agricultura. Los cultivos normalmente se siembran en
hileras o surcos, donde las plantas están muy cerca de sus vecinas de la hilera
y relativamente lejos de las plantas de otras hileras. Con este descubrimiento,
"se podría mejorar el rendimiento en menos espacio y con mayor producción
de granos, aunque nuestro trabajo de laboratorio requiere ser demostrado en
grandes extensiones", indica Casal.
El trabajo también demuestra que las plantas no se reconocen
únicamente a través de señales químicas de las raíces, sino que las plantas
también "ven" y distinguen si las vecinas son parientes o no a través
de receptores de luz, llamados fotocromos. "Aislamos las raíces y
observamos que los fitocromos lograban ese reconocimiento a través del perfil
de luces y sombras de sus vecinas", destaca Casal.
La doctora María Crepy, investigadora del CONICET en la
Estación Experimental Agropecuaria Concepción del Uruguay del INTA, también
autora del novedoso hallazgo.
Casal y la doctora María Crepy -antes en el IFEVA y ahora
investigadora del CONICET en la Estación Experimental Agropecuaria Concepción
del Uruguay del INTA - observaron que la luz reflejada por cada planta
configura un perfil de luz y de sombras. "Este perfil, que funciona como
un 'sello de identidad', puede ser 'visto' por las plantas a través de los
fotorreceptores y distinguir así el parentesco de sus 'vecinos'. Esta
información determina que en vez de competir por el espacio y por el acceso a
la luz, cooperan entre sí para aprovecharlo, no individual sino
colectivamente", explica Casal.
Cuando las plantas cooperan entre sí, amontonan sus propias
hojas de modo que se sombrean entre ellas. "Sin embargo, como todas hacen
lo mismo se reduce el sombreado mutuo entre plantas. Como consecuencia, cuando
todas las plantas de la hilera apartan sus hojas de los vecinos cada planta
rinde más en producción de semillas Este beneficio colectivo es mayor que el
costo individual."
Para llegar a estos resultados, Casal y Crepy utilizaron
diferentes tipos de Arabidopsis thaliana, llegando incluso a distorsionar
experimentalmente los perfiles de luz, usando plantas mutantes a las que les
faltan receptores específicos de luz o simulando la presencia de vecinos
emparentados utilizando plásticos que reflejan luz.
Hay muchos investigadores que estudian cómo lograr plantas
que soporten mejor la falta de agua o minerales, las temperaturas extremas o
las plagas. El interés particular del laboratorio de Casal es identificar
mecanismos de ajuste de las plantas a la presencia de vecinas en cultivos.
"Las plantas nos enseñan que, si nos ponemos de acuerdo, resignar un poco
de sí puede redundar en un beneficio para todos", reflexiona…
Fuente:http://www.lanacion.com.ar/1741279-descubren-que-las-plantas-reconocen-a-sus-parientes-por-la-forma-de-su-cuerpo
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